El uso del móvil y del ordenador actualmente hace que el estudiante cuando quiera buscar una palabra en otro idioma recurra al traductor en lugar de utilizar el diccionario.
Ante todo, tenemos que conocer la diferencia entre un traductor y un diccionario. El traductor nos suele dar una sola traducción de un término sin tener en cuenta el contexto y en función, mayormente, del uso principal de una palabra. En cambio, un diccionario nos ofrece un elenco de posibilidades en función del contexto donde se encuentre la palabra (campo semántico) y expresiones y construcciones donde puede aparecer esa palabra con otros significados.
Si bien es verdad que las herramientas de traducción que encontramos en la actualidad son bastante más exactas que las que se ofrecían hace años, tenemos que evitar caer en la tentación de hacer un uso y abuso de los traductores que nos puede llevar a frases incoherentes.
No solo las expresiones y frases complejas son difícilmente traducibles por el traductor si no que también podemos encontrar ocasiones en las que palabras sencillas no son bien traducidas; veamos un ejemplo del uso en el traductor de Google, hace tiempo traducía «sal gorda» por «fat salt» en lugar de «coarse salt», corrección que ya han incluido en dicho traductor. Hay que señalar que los traductores se alimentan constantemente de las traducciones que realizan y de las validaciones que se hacen de las mismas. El término «computer» en esta herramienta se traduce normalmente por «computadora» que tiene un uso generalizado en América pero que en nuestro país nunca utilizaríamos.
Sin embargo, si realizamos la búsqueda de la palabra «computer» en el diccionario bilingüe de Collins podremos encontrar que en España se traducirá por «ordenador» y que en América se podrá traducir por los términos «computador o computadora». Además en los diccionarios nos ofrecen usos en frases para aclararnos más su significado. En el último ejemplo, de hecho, en español utilizaríamos la palabra «informática» añadiendo una nueva posibilidad.
Otro ejemplo en el que aún tiene problemas los traductores son en el caso de los verbos una vez están conjugados, observa que traducción nos ofrece del término «oyó» pasado del verbo oír:
Evidentemente no se trata de la buena traducción, ya que el traductor ha entendido «o yo» en lugar del verbo «oyó». Estos ejemplos no se limitan a la lengua inglesa, que por ser la más usada es la que tiene más filtros, si no que también encontramos este mismo error en el caso del francés.
Así, pues, abogamos por un uso preferible del diccionario en lugar del traductor; puesto que además de darnos un contexto determinado, nos ofrece igualmente una serie de posibles traducciones en función de la zona, registro, etc.